Cuando un perro que no conoces te ataca en la calle, tu instinto es salir corriendo. No lo hagas. Esto sólo empeorará la situación.
Por ejemplo, imagina que sales a correr. No ves al perro en el patio antes de pasar por casa, pero está claro que no lleva correa ni atadura. Como vas corriendo, el perro quiere perseguirte. Quizá se haya sentido sorprendido. Quizá piense que eres una amenaza. Tal vez sólo esté siguiendo ese reflejo natural de persecución con el que nacen los perros.
En cualquier caso, si intentas acelerar y huir, el reflejo de persecución se hace más fuerte. Es entonces cuando los perros se vuelven realmente agresivos. De todos modos, no hay forma de que puedas dejar atrás a ese perro, así que en realidad sólo estás haciendo que las cosas sean más peligrosas para ti.
En vez de correr, reducir la velocidad y parar. Intente parecer relajado y no amenazador. Manténgase lo más quieto posible. Mire directamente al perro, aunque no quiera mirarle a los ojos. Cruza los brazos sobre el pecho; esto te mantiene quieto y significa que el perro no puede morderte las manos o los brazos con tanta facilidad.
La mayoría de las veces, esto basta para calmar la situación. El perro dejará de correr y le ladrará. Esto le da la oportunidad de retroceder lentamente, y puede que no le siga. Si vuelve al patio, aléjese una buena distancia antes de empezar a correr de nuevo.
Si te muerde un perro, puedes estar derecho a compensación económica para sus gastos.
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